La Toscana parece sacada de una película de cine clásico, o de una postal, o de una pintura, o de todas las anteriores.
Viajar por estas tierras de suaves colinas, campos de girasoles, viñedos y olivos; de pueblos mágicamente encaramados en las montañas, y de algunos de los restaurantes más tradicionales de la cocina italiana, es un verdadero placer que nunca termina de cautivar.
Pueblos como Monterigioni, San Gimignano, Montepulciano, Montalcino, Pienza o Siena nos esperan con los brazos abiertos, con menos multitudes que Florencia, y con la mesa ya servida para seguir enamorando todos nuestros sentidos.